Mi moto Camino al Volcán cubierto de nieve

Cajón del Maipo — Después de la tormenta

[del 11 de septiembre, 2019]

Durante la madrugada, una inesperada tormenta eléctrica con granizos cubrió Santiago, me acosté tarde escuchando la muy necesaria lluvia que caía con fuerza y los truenos. “Mañana la cordillera va a estar preciosa”, pensé mientras me dormía.

En la mañana, como es usual, decidí a último minuto que debía ir a dar una vuelta en moto, el cielo estaba despejado, pero nubes blancas cubrían la cordillera. Cerca de las 11:00 partí desde La Cisterna rumbo al Cajón del Maipo, el plan: ¡disfrutar la vista!

Desde este año el Embalse El Yeso está cerrado desde mayo a agosto, por lo que tenía la idea de ver si lograba llegar hasta allí. Si algo he aprendido, es que para disfrutar realmente la ruta, no hay que subir al Cajón un fin de semana, ¡hay muchísima gente!

Una vez más al llegar al Túnel El Tinoco no pude evitar atravesarlo, hay que tener cuidado si hay gente adentro explorando, un fin de semana está descartado cruzarlo.

La primera vez que crucé no hubo detenciones: ruta-túnel-ruta, y recuerdo muy bien lo oscuro que estaba, especialmente considerando que la luz de la Tornado ilumina poco, no lograba ver el terreno y me generaba algo de ansiedad. Ahora que me detuve por las fotos al inicio, ¡al cruzarlo podía ver todo muy bien! Hacían falta esos pocos minutos para que los ojos se ajustaran a la oscuridad solamente (o un par de luces auxiliares, jeje). Recordar para los túneles futuros.

Moto saliendo del túnel El Tinoco

Ruta despejada, el cálido sol en mi cara, fue una buena decisión salir. Llegó la bifurcación hacia el embalse, la Ruta G-455, mientras subía volví a alegrarme de que fuera un miércoles: ¡vacío! Ningún auto, camioneta ni camiones (los peores). Son unos 12 km pavimentados hasta que comienza la entretención, el cartel ‘Fin del Pavimento’, el camino ahora es de tierra y ripio, por el que escurría el agua de la nieve derritiéndose.

El Cerro Mesón Alto cubierto de nieve
Cerro Mesón Alto (5257 m).

Lamentablemente la barrera al embalse seguía abajo. Aproveché este momento para sacarme el casco un rato, tomar un poco de café y comprar la sopaipilla a mayor altura (2.519 m) que he comido, jajaja.

Mi moto y yo en el camino al Yeso, atrás el Cerro Mesón Alto

Mientras decendía, pasé junto a unos riscos donde apareció una cóndor inmadura volando a no más de 10 metros de mí, sólo fueron dos segundos, pero al avanzar y volver a descubrirse la vista, seguía volando junto a mí, descendiendo por la ladera, traté de ajustar mi velocidad a la de ella (unos 40 km/h) y fue muy lindo, luego aparecieron 5 más que planeaban en círculos. ¡Estaba tan cerca, una cóndor volando junto a mí mientras ambos bajamos por la ruta! (Aquí es cuando lamento no tener una action cam…)

Ya, de vuelta en la ruta principal, ¿ahora hacia dónde? ¡Sigamos subiendo! Pensé en llegar hasta Baños Morales, ya que vieron unos tricahues ahí hace poco, pero cuando llegué al cartel que indicaba el pueblo mi mente dijo “¿y si subo hasta el final?” El camino pronto se convirtió en pavimento destruido por camiones de las tronaduras y mucho barro. La pendiente era más pronunciada y acá sí habían camiones, bajando a una velocidad que consideré absurda para un camino habiendo tanto barro, uno pasó junto a mí salpicándome la nube de barro que traía bajo sus ejes. Afortunadamente fue el último camión (y ser humano) que se me cruzó en el resto de camino.

Vista desde mi moto, Camino al Volcán nevado

Más adelante la nieve lo cubría absolutamente todo, el Río Volcán aparecía y desaparecía junto al camino y luego tuve que cruzarlo por un puente de madera, que si se puede los camiones no hay nada que temer, ¿no?, tenía una capa invisible de hielo, aunque no fue problema. La ruta ahora era 60% barro compacto, 30% agua y 10% nieve, todo con bastantes baches, “¿podré llegar hasta el final? ¡vamos hasta arriba!”, admirar el paisaje pasó a segundo plano, ya que ahora no podía apartar mi vista del camino que alternaba entre café, cielo (baches con agua) y nieve. Aparecieron grandes pozas con finas láminas de hielo. ¿Qué tan compacto estaría el barro? Imaginé la moto y a mí chapoteando en la poza congelada. Todo salió bien.

En una curva la nieve cubría todo, sólo se veían las huellas de un auto y el plan era cruzar siguiendo las huellas. La moto en primera marcha, mi ansiedad un par de cambios más arriba, a los pocos metros sentí como las ruedas patinaron y tuve que bajar los pies para estabilizarme, “no dejes de acelerar, si se detiene será horrible”, había hielo, barro y agua bajo la nieve, mi bota se hundió y sentí el agua entrar hasta mis dedos, pero la moto no se detenía y, aunque resbalaba, no caímos. ¡Lo logré! Estaba al otro lado de lo que, aunque técnicamente eran unos 20 metros de nieve sin mucha gloria, había sido el terreno más desafiante por el que he cruzado (y que tendría que cruzar de vuelta. Spoiler: lo logré). Han pasado dos años desde el primer encuentro con el hielo, ¡esta vez no me ganó!

Mi moto Camino al Volcán cubierto de nieve
El camino desciende al lado del Río Volcán.

Pude llegar al final de la ruta, donde otra barrera marcaba el final, pero esta vez porque acá se cobra la entrada a las termas. Hace meses quería llegar hasta aquí y hacerlo en invierno fue toda una aventura. Ahora había que bajar (oh no). Aunque no sentía hambre, paré a comer un pan con queso, pensaba que sería mucho si seguía más horas sin comer, ahí me di cuenta que en verdad estaba hambriento. Justo ahí, tres patos cortacorrientes me encontraron de sorpresa mientras volaban río abajo rodeados de nieve, nunca había visto esa especie en un paisaje nevado. Ya en casa vi que es el registro a mayor altura subiendo por el Río Volcán que hay en eBird, así que hice mi pequeño aporte.

El descenso fue con un poco más de confianza, aunque detesté el sol, ya que por la hora lo veía de frente en el cielo y también multiplicado en cada charco de agua en el piso, lamenté la falta de lentes de sol, aunque de todas formas habría sido difícil. Salí del barro y el pavimento volvió a aparecer bajo las ruedas, el resto del camino fue rápido y frío hasta Santiago.

Distancia recorrida: 232 km

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