Como posiblemente todos hemos estado experimentando en mayor o menor medida este año, debido al COVID-19 los viajes se han restringido tremendamente… Al menos físicamente. ¡Así que en medio del encierro voy a compartirles un viaje en el tiempo! Comienza hace unos 100 años…
Pero primero haremos una parada cerca del presente. Durante los 90s, década en la que nací, viví junto a mis padres en la casa de mi abuelo temporalmente, el padre de mi padre. Al revisar mis recuerdos de esos años, no encuentro mucho material guardado sobre mi abuelo. Por las palabras de mi mamá sé que me quería mucho, recuerdo que a veces discutía con mi papá y que no me dejaba jugar con una pelota en el patio porque podía romper algún vidrio. También recuerdo que en un cuarto de la casa habían algunas copas de trofeos, aunque desordenadas y con un poco de óxido bajo el polvo, con su nombre y algunas con grabados de motos. Sería 20 años más tarde cuando sabría su historia.
Nacido en Hijuelas el 16 de septiembre de 1917, Alfredo Cabrera Estay llegó a Santiago con 8 años y comenzó a trabajar (cosas normales del ayer… e incluso de hoy), primero como ayudante en una verdulería y luego vendiendo arena y áridos traídos del Cajón del Maipo. Dedicándose a ahorrar todo lo posible.
Lo siguiente interesante en la línea de esta historia es que el 4 de octubre de 1939. Ya con 22 años, aparece como socio del Santiago Moto Club (SMC), fundado en 1926, con quienes participó en distintas actividades en los años siguientes. Como dato interesante, ¡el club de motos más antiguo del mundo fue fundado en Chile! El 9 de septiembre de 1914 se fundó el Valparaíso Moto Club (VMC), vigente hasta el día de hoy.
Al revisar las antiguas fotos, pequeños contactos monocromáticos de medio formato y la mayoría sin fecha, pude identificar 3 motos (¡no saben cuantas horas estuve examinando las miniaturas y comparando con modelos!).
Sólo hay dos fotos de él con una moto BSA S31-10 de Luxe (1931), una antigua marca Británica, con un motor de 493cc. No tienen fecha, así que no puedo concluir si fue su primera moto. Aquí aparece de pie afuera de la antigua Quinta Las Brisas, La Cisterna.
Ahora con fecha de 1938, también hay sólo dos fotos con otra BSA, que estaría entre dos modelos de 1934: R34-5 Blue Star o W34-9 Blue Star, de 349cc y 499cc, respectivamente.
La mayor cantidad de fotos vienen después. La primera con fecha 1940, donde se le puede ver junto a su BMW R5, “an all-time classic, and the most advanced motorcycle of its day.” (The BMW Boxer Twins Bible), un modelo de 1936 del que sólo se fabricaron 2.652 unidades. El motor bicilíndrico de 494cc y 4 velocidades le permitía llegar a los 135 km/h. Fue la primera BMW en pasar los cambios con el pie.
A Puerto Montt en moto
En 1941, ahora con 23 años, los recortes de diarios ayudan a reconstruir un poco la historia. En enero se anunciaba que 5 “raidistas” del SMC, partirían su travesía de Santiago a Puerto Montt en 3 días, ciudad de la que se pasaron y recorrieron 200 km de más por falta de señaléticas (¿imagino que habrán llegado a Pargua, tal vez?).
Carreras en el Velódromo
El Santiago Moto Club organizaba eventos en el Estadio Nacional en distintas fechas, corriendo carreras en el Velódromo en las que participaba mi abuelo. Aquí las motos de la época corrían a unos 125 km/h mientras daban veloces vueltas a la pista. En las fotos aparece mi abuelo y otros corredores, con su traje de carreras y la BMW R5 con la que competía.
El 18 de Mayo se realizó en el Estadio Nacional un gran campeonato, organizado por el SMC, donde compitió junto grandes pilotos como Emmanuel Cugniet, Juan Galarza, Francisco Osorio y Humberto Orellana, entre otros.
Carrera de Regularidad Santiago-Valparaíso
También en 1941, el domingo 13 de julio, se organizó la llamada “Carrera de Regularidad”, una caravana (de al menos unas 30 motos según un recorte) del SMC hacia Valparaíso. Partieron temprano y llegaron pasado el mediodía. Allí fueron recibidos por el ya mencionado Valparaíso Moto Club con un cocktail y un banquete, además de que ambos clubes recorrieron la ciudad. A la noche partieron el retorno y varios del VMC los acompañaron de vuelta en forma de despedida.
Fotografía: Miguel Rubio Feliz. (Lo encontré por casualidad en el Museo Histórico Nacional)
Tres motociclistas cubrirán el largo recorrido Santiago–Montevideo
Para enero de 1942 se planificaba la travesía más larga: cerca de 4.500 km para llegar de Santiago a Montevideo. Partieron el 16 de enero, a eso de las 4 AM, Humberto Orellana, Roberto Ordóñez y Alfredo Cabrera.
Cruzaron el Paso Los Libertadores luego de subir la Cuesta Caracoles, cubierta con 10 m nieve, llegando a Mendoza el mismo día. Desde allí pasaron por Villa Mercedes y luego a Sierras de Córdoba, donde fueron cálidamente recibidos por el San Vicente Moto Club.
Su ruta continuó cruzando por Rosario y llegaron a Buenos Aires, ciudad donde pudieron visitar el Estadio River Plate, antes de seguir al destino final del viaje, Montevideo. Fueron directo al Estadio Centenario, donde el 31 de enero vieron el partido de Chile-Argentina. En aquellos tiempos cuando Sergio Livingstone jugaba al arco. Mi abuelo era muy fanático del fútbol, por lo que debe haber disfrutado mucho el evento… Aunque Chile perdió.
Regresaron a Santiago el 12 de febrero, luego de casi un mes de viaje.
Un abrupto fin de la historia
Lo último de lo que existe registro es un festival en el Estadio Nacional, donde el SMC organizó dos competencias y participó mi abuelo. A partir de 1942 comenzó a acentuarse el desabastecimiento de combustibles debido a la Segunda Guerra Mundial, ¿podría explicar la falta de eventos?
Después de eso la historia se pierde, abruptamente; no hay más recortes, no hay más fotos, y no se vuelve a ver su moto…
10 años más tarde, a inicios de los 50s, se casó con mi abuela Ruth Rodríguez, oriunda de Mejillones, y en 1964 nace su segundo hijo: Ariel, mi padre. Hace no mucho, supe algo curioso e inesperado: que mi abuelo nunca les habló sobre las motos a sus hijos, no contó historias sobre las carreras o los viajes, y que mi padre sólo se enteró de eso mediante recortes y fotos. Las mismas que he usado hoy yo para rearmar el pasado. Me cuesta entender la razón, puedo teorizar diversos motivos, pero ya nada puede indicarme si me acerco a la verdad.
Alfredo Cabrera falleció el 2007, a los 90 años. Durante los pocos años que lo conocí y que compartí en su casa, fue un buen abuelo conmigo. Quizá no tuvieron la mejor relación, pero mi papá lo quería muchísimo. Luego de reconstruir esta parte de su pasado, me imagino que sería genial haber podido conversar con él sobre motos y sus viajes. Creo que ahora puedo sumar una nueva parte a los pocos recuerdos que tengo de mi abuelo, el motociclista.
The Birding Road 
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