Y así, otro invierno se acerca a su fin en el hemisferio sur. Un invierno que, alarmantemente, dejó cifras récord como el mes de julio más caluroso de la historia a nivel mundial. También el más caluroso en Santiago de Chile desde que hay registros, con 27,9ºC el día 20, y el segundo más seco desde 1911. Amo la lluvia, y un invierno sin ella es bastante triste.
Aún así, como se decía antes por acá, “pasamos agosto”. El frío de las mañanas nos recuerda que el invierno aún no acaba. Las tardes se han vuelto más cálidas y los vientos soplan con más fuerza. Pronto llegará la primavera.
Poco antes de que comience septiembre, mes donde la mayoría de los chilenos se prepara para festejar las fiestas patrias, unos pequeños elementos comienzan a aparecer en el cielo: los volantines.
Estos ligeros cometas de papel se han elevado hacia el cielo aprovechando el viento primaveral desde la época colonial. Hasta el día de hoy siguen siendo muy populares. Es probable, además, que varios observadores de aves hayan sido engañados por ellos, pensado que se trata de un ave. En distintos puntos de la ciudad se puede ver a niños encumbrando e incluso en algunas partes se realizan competencias.
A mi papá le encantaban los volantines, pero nunca lograron llamar mucho mi atención… Al menos no hasta que empecé a andar en moto.
Uno de los elementos asociados a elevar volantines es el llamado “hilo curado”. No es algo exclusivo de Chile y otros nombres dependiendo del país, aunque la idea es la misma: recubrir un hilo con material abrasivo como vidrio pulverizado. De esta forma, es capaz de cortar el hilo de otros volantines que se encuentren en el aire.
Por lo anterior, ver el primer volantín a finales del invierno se convierte en el mal augurio. Es especialmente malo para quienes andamos en moto, a pesar de no ser las únicas víctimas desafortunadas de todo esto.
El peligro para los motociclistas
No es necesario usar mucho la imaginación para saber que es una escena aterradora. Vas en la moto de lo mejor, con gran parte de tu atención puesta en los demás vehículos. O incluso, el mejor escenario, en una ruta rural sin ningún otro auto. Podrías hasta llevar todo el equipo de seguridad. Pero sin importar todo lo anterior, escuchas un siseo en tu casco, sientes una ligera presión en tu chaqueta o sólo alcanzaste a sentir por un segundo que algo cortaba tu cuello. Pasaste a llevar un hilo curado que quedó tendido sobre la calle y no tuviste tiempo de entender qué sucedía.

Foto: Felipe Galvez
El hilo curado está prohibido en Chile, tanto su uso como su comercialización. Cada año se llama a denunciar la fabricación y venta de este hilo, al igual que su uso. El Ministerio de Obras Públicas publica un mapa anualmente con los puntos más peligrosos por hilo curado en la ciudad de Santiago. Aún así, cada año se reportan decenas personas heridas o muertas por su culpa, concentrándose en un par de semanas.
Y no necesitas ir en moto a una velocidad significativa. Puede ser alguien en bicicleta o incluso a pie. Según revisaba, la mayoría de los heridos son menores de edad, aunque le puede pasar prácticamente a cualquiera. Incluso las mascotas resultan heridas.

Foto: Yeimy Vargas 
Foto: Kevin Escobar 
Foto: Yeimy Vargas
Uno de los resguardos ante este peligro, y tal vez la única defensa que los motociclistas podemos tener, es la antena cortahilo. Es común encontrarlas en dos tipos: unas chinas retráctiles y otras que se se fabrican artesanalmente en acero inoxidable. Las primeras, que tuve un tiempo, son pésimas y sólo sirven para tener paz mental. Ya que a la hora de enfrentar un hilo, se ha demostrado y registrado que se rompen o se salen de su base. ¡Incluso un hilo curado las logra cortar a la mitad! Lo mejor es conseguir una antena de acero. Es cosa de preguntar y se encuentran personas que las fabrican, así se obtiene una protección real.

La amenaza para la fauna
El problema de los hilos de volantín, tristemente, no acaba en el mundo humano y los límites de la ciudad. Innumerables son las aves atrapadas y heridas por los hilos que quedan tendidos en los árboles o con sus patas cercenadas por aquellos tirados en el suelo. Probablemente otros grupos animales también son afectados, pero creo que lo que más he visto son aves. Lo peor es que en la naturaleza no es necesario que sea hilo curado para causar daño. Acá todos los hilos son una amenaza.

Foto: Pablo Martínez Morales
En septiembre, durante mis visitas censando piuquenes en la laguna de Batuco, empiezan a aparecer hilos en medio la vegetación. Este lugar es el mayor humedal de la Región Metropolitana y un sitio importante para las aves acuáticas.
En un intento de compensar el impacto de andar por ahí (aunque con autorización), cada vez que me cruzaba con uno me detenía a retirarlo. De esta forma se evitaría que termine en las patas de algún ave. Acá no importa si es hilo curado o no, el peligro para las aves del humedal es el mismo. ¡A veces era impresionante la extensión que terminaba enrollando!
Basta con encontrar una rama, un ladrillo o incluso usar una bolsa de papel, todo servía para enrollar y retirar. Había sólo una cosa que hacía todo más difícil: la temperatura antes del amanecer. Me dejaba las manos congeladas y perdía casi toda mi habilidad con los dedos, pero de alguna forma se lograba.





El mensaje final de todo esto es “Cuídense del hilo curado”. Denuncien su venta y su uso. Retiren hilos de calles y zonas naturales cuando tengan la oportunidad.
Individualmente no es mucho lo que se puede hacer, pero con un hilo que se retire se puede estar salvando a alguna persona y a la fauna.

P.S. He creado un proyecto en la plataforma iNaturalist de Aves y el hilo de volantín, para reunir registros de aves afectadas. Dejo la invitación a que si tienen alguna foto o si ven algún registro, puedan subirlo a la plataforma 🙂



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