Año Nuevo — Farellones (de repuesto)

Antes de terminar el año tenía la idea de ir a algún lado el 1 de enero, aprovechando que podrían haber menos personas, nuevamente el plan era que no había plan y me acosté el último día de diciembre balanceando la idea de la Cuesta La Dormida, Cajón del Maipo o Batuco. El año nuevo me encontró durmiendo y en la mañana me di cuenta que la primera persona a la que le hablé fue el bombero de la Copec, quien se notaba contento. Me deseó feliz año nuevo y comentamos de lo fresca que estaba la mañana. “Yo prefiero el invierno al verano, ¿sabe?”, me dijo. (Uno de mi gente, jeje).

Siempre he escuchado que dentro de las fechas más peligrosas en las calles y rutas están los fines de semana largos, fiestas patrias, navidad y año nuevo. Según el plan (lleno de ignorancia) salí temprano hacia el Cajón del Maipo, preparado con lo que pude improvisar en la mañana y sin destino particular en mente. Las calles estaban vacías, el aire fresco de un día de verano era un regalo, sin embargo, a medida que avanzaba y me alejaba de Santiago, veía que más y más autos se unían a la misma ruta. Pero lo que bastó para convencerme de dar media vuelta en el cruce a El Toyo ¡fue que en ese puro trayecto vi tres choques! Todos de alta energía y en cruces con semáforo… No quería imaginar una moto involucrada en algo así, así que “cambio de planes, mejor voy a Farellones”. De pasada anoto mentalmente: No subir al Cajón en año nuevo, nunca.

Empecé a subir más tarde de lo que me gusta, pero la ruta estaba tan vacía (típico Farellones sin nieve) que daba lo mismo. Santiago quedaba atrás y por un momento se me ocurrió ir a conocer el camino a La Disputada, pero en el segundo que apareció la bifurcación La Disputada – Farellones terminé por ir al segundo, comenzando las curvas.

Los cactus estaban fructificando y uno que otro sostenía la que probablemente sería su última flor, ¡el camino estaba lleno de flores a los costados! Había subido antes en estas fechas, pero creo que ahora ando con los ojos más abiertos… Dentro de lo que permite ir conduciendo. Quería parar a tomar fotos, pero me forzaba a seguir, “a la vuelta te detienes por fotos”, cuando me acercaba a la entrada a Yerba Loca, uno de los cerros al fondo (¿Altar Falso?) se veía precioso cubierto de nieve, pero tendría que esperar a la vuelta.

Al pasar hacia el Camino a Valle Nevado me propuse realizar por fin una idea que tuve hace ya un par de años: recorrer las huellas que hay a los costados. Antes se podía recorrer un camino hacia los acantilados a un clásico punto de observación de aves, pero ahora cerraron el acceso (sé que habría podido pasar de todas formas sin mucho problema, pero desistí), así que aproveché se explorar las otras huellas.

Explorando huellas en Farellones.

El primer camino que recorrí parecía volver a unirse con la ruta principal, pero una bajada suicida de mucha inclinación y rocas me obligó a volver sobre mi recorrido, aprovechando de fotografiar muchas flores que habían a los costados.

Llegué hasta Valle Nevado, esta vez soleado y agradable, a diferencia del cielo tormentoso que encontré en el October Big Day, estaba completamente vacío y con una decena de cóndores que planeaban tranquilos a pocos metros sobre mí, ¡esa distancia perfecta para volver a asombrarse de su tamaño y escuchar el viento en sus plumas!

Cóndor (Vultur gryphus) sobre la cordillera.

Aproveché de comer algo y tomar agua, había sido una larga mañana sin sacarme el casco (¡5 horas!), lamentablemente olvido las consecuencias de no hacer todo eso más seguido. Mientras disfrutaba el silencio, llegaron de la nada 5 vehículos, entre ellos un par de vans de turismo y de la nada estaba rodeado de dos docenas de personas que precisamente pararon donde me sentaba…

Cerro Laguna, desde Valle Nevado.

Luego de hacer reponer un poco de energías, comenzó el descenso, donde aprovecharía de explorar un par de huellas más que siempre me habían llamado la atención al pasar por el camino. Mientras, el cielo comenzó a nublarse en el este y un fuerte viento llegaba desde el oeste. En una detención, por pura casualidad me fijé en unas diminutas flores al borde del barranco, ¡eran preciosas y nunca las había visto antes!

Oriastrum chilense

Las huellas que me quedaban estaban al sur del Camino a Valle Nevado, hacia los acantilados, se tenía una vista preciosa de todo el valle más abajo. Habían pocas aves, por lo que el mayor atractivo de la salida fueron definitivamente las flores. Algunas de las huellas estaban en pésimo estado (especialmente la primera que hice mientras subía), me hace recordar que me falta experiencia para poder enfrentar cosas más técnicas de forma eficiente y más segura, aún así, no hubo momentos difíciles.

En el Mirador de Cóndores con el Cerro Laguna de fondo.

No podía irme de vuelta sin pasar a ver al tucúquere de Farellones, y fue una buena sorpresa ver que tenía pareja otra vez, ya que el año pasado encontraron a uno de ellos muerto y en octubre sólo había uno.

Pareja de tucúqueres (Bubo magellanicus) en Farellones.

En el camino de bajada, no dejaba de pensar en las nubes que quedaban a mi espalda en el este, así que ya me estaba haciendo la idea de que el cerro que creo es Altar Falso estaría nublado. Y precisamente así fue, completamente cubierto por nubes, ningún rastro del paisaje que quería fotografiar en la mañana. Un recordatorio a no dar por hecho que las cosas siempre estarán ahí como damos por hecho muchas veces, y que incluso algo inamovible como una montaña podría desaparecer… En cierta forma. Así que a tomar la foto y aprovechar mientras se pueda 😉

Fue una improvisada y reajustada salida para comenzar el año lejos de la ciudad. A veces me cuesta mucho encontrar ánimo y energías para salir a alguna parte, pero cuando ya estoy afuera no dejo de repetirme que debería hacerlo más seguido, espero que este año tenga más cosas que compartir y que pueda explorar nuevas rutas para encontrar las pequeñas maravillas naturales del camino.

Distancia ruta principal: 103 km
Tiempo total ruta: 6:10 h


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